martes, 21 de mayo de 2013

¿Qué le pasa a Rose?















La película Rabia (Rabid/Rage, David Cronenberg, 197) ha sido analizada por múltiples críticos y teóricos. La película trata acerca de una mujer, que tras sufrir un accidente de coche, sufre varias operaciones de estética para curar sus lesiones. Debido a estas operaciones, Rose, desarrollará un miembro fálico en su brazo. A través de este se alimentará y contagiará a la víctima de una enfermedad similar a la rabia. El infectado rápidamente desarrollará su enfermedad y llevado por la misma morderá a la gente de Monreal trasmitiendo su enfermedad por la saliva.

La verdad es que los críticos y teóricos no se ponen de acuerdo respecto a la obra del director canadiense y la segunda obra del director no es una excepción. La crítica feminista, encabezada por  Robin Wood, ven en esta obra de Cronenberg un claro ejemplo de misoginia. Wood afirma esto basándose en que la monstruosidad de Rose es un claro ejemplo de imagen de castración impuesta por el hombre, ya que es este el culpable de la monstruosidad. La monstruosidad de la protagonista será el inicio, de lo que la propia Wood dice: “un mini-apocalípsis de consecuecias catastróficas.”

Por otra parte, críticos como Allan Macinnis quieren ver en Rose otro modelo de feminidad. Macinnis se basa en el hecho de que excepto dos de los ataques de la protagonista (los que por necesidad alimentaria recurre a alimentarse de mujeres), son situaciones en las que una mujer se siente vulnerable. Es decir, el granjero que trata de violarla, el camionero que también se le insinúa, el chico en el cine, etc… La respuesta de Rose, sería entonces, un ataque directo a la masculinidad que trata de forzar a la feminidad según sus deseos. Macinnis reconoce en Rose muchos rasgos negativos hacia la feminidad pero que ve en ella “elementos satisfactorios, casi feministas” como el hecho de ser el animal que trata de dar caza a los predadores femeninos.

Con opiniones tan enfrentadas, recurrimos a las propias palabras del director acerca del personaje. Cronenberg dirá de Rose: “Ella es una heroína, no un monstruo”. Si a esto le unimos el hecho de que en la filosofía del director, la de la nueva carne, el cuerpo es un paso, una limitación y que hay que ir más allá de las convenciones del mismo. Ocurre en esta película, como ocurre en La Mosca, Videodrome o Crash, la destrucción del cuerpo ocurre para dar paso a la liberación por medio de la muerte. El cuerpo que ha ido más allá de Rose, ha creado una enfermedad que también hace que los cuerpo cambien y se liberen.

En el único punto en el que la crítica coincide es en el que Rabia muestra una crítica voraz a la clase media-alta. Los personajes de la clínica de estética están obsesionados con su imagen, obviando las cuestiones político-sociales. Cuando Rose llega a la clínica después del accidente, los clientes de ésta se horroriza del estado de la chica y casi sin mirarla ruegan que la tape. La monstruosidad de Rose nace en este contexto y se revela frente a éste.

¿A quién debemos creer entonces? ¿A los teóricos, a los críticos o a Cronenberg? Continuaré preguntándole cosas a Rose... 


Méliès, un viaje melancólico

Lo cierto es que no tenía muy claro como empezar con este blog. Dar el primer paso siempre es lo más difícil. En este blog quiero tratar el mundo del cine, tratar la cartelera actual sin olvidar a los clásicos y ayudarme a desarrollar pequeñas investigaciones particulares. Con estas intenciones es difícil encontrar un tema con el que comenzar. El día internacional de los museos fui a ver la exposición sobre Georges Méliès al Caixa Forum de Barcelona y es el mejor punto de partida que puedo tomar. 

Méliès junto a otros pioneros, abrió el camino a lo que ahora conocemos como Cine. La exposición, traída desde la Cinematheque Français, no solo trata de la obra del artista francés. El espectador puede juguetear con los inventos con los que el ser humano intentaba cumplir su obsesión de capturar el movimiento. Desde cámaras oscuras a las primeras linternas mágicas, el recorrido juega con las ilusiones ópticas y hace que el espectador se sienta fascinado por estos inventos que son los tatatarabuelos del Cine. Y aunque nos parezcan primitivos, la inocencia de los mismo hacen que nos enternezcamos con los primeros genios que intentaron retratar el mundo de los sueños.

Un mundo que una vez se inventó el cinematógrafo, comenzó a llenar los sueños de la gente. Méliès y otros pioneros como Segundo de Chomón fueron los primeros en hacer realidad esos sueños. Sueños que se hacían desde la ilusión, desde la magia del montaje. Recortando por aquí, coloreando a mano cada fotograma, escribiendo, dirigiendo e interpretando centenares de filmes, Méliès se convierte para el cine como Miguel Ángel para las artes plásticas. Todas sus energías fueron a parar al cine primitivo, de historias cortas y fantasiosas.

Me gustaría haber visto sus películas con la mente del espectador de cine de la época. Para ellos, el cinematógrafo no era más que una atracción de barraca de feria que podía estar al lado del de la mujer barbuda. El cinematógrafo les mostraba un tren que estaba apunto de arrollarlos, les hacía ver como corrían de verdad los caballos o como se movían ellos mismos. No me puedo imaginar la impresión que daría el Viaje a la Luna de George Méliès en 1902. Los sueños de una generación de tardíos románticos estaban en el filme, y debieron quedar deslumbrados frente a este sueño que en la pantalla veían cumplido. Desde la visión del mundo lunar a los subterráneos del mundo marino, el mundo mágico y simple de Méliès no solo fascinó a los de su época sino que, a los ya no tan inocentes espectadores postmodernos, estos sueños nos recuerdan a nuestros propios sueños. Los del niño inocente que no está tan contaminado con imágenes. 

La exposición en el Caixa Forum hace una reflexión entorno a esta inocencia que caracteriza la obra de George Méliès. También es una defensa melancólica de este mundo de ilusión y a la creación artesanal del mismo. Lo táctil, lo manual, es algo que falta en el cine contemporáneo pase a las capacidades expresivas de las técnicas de hoy. La exposición deja al espectador con un gusto agridulce. Entre ternura y melancolía, la obra de Méliés queda suspendida, una mirada hacia atrás para recordarnos que el cine también es sueño. Y no creo que haya mejor manera de estrenar este blog que hablando de sueños.

La exposición continuará en el Caixa Forum hasta el 24 de Junio. Para más información: http://obrasocial.lacaixa.es/nuestroscentros/caixaforumbarcelona/georgesmelies_es.html